lunes, 27 de febrero de 2012

LA CASA ROMANA
En un principio, las condiciones arquitectónicas de Roma no respondían en absoluto a las de la capital de un imperio universal.

EDIFICACIONES PRIVADAS
Las casas se apiñaban sin orden ni concierto.
Unas viviendas, como si de pequeños placetes se tratara, son las villae, lujosas casas señoriales; otras -las de mayor parte de la población- formando bloques, al modo de nuestros pisos actuales, son las insulae.
No faltaban tampoco las chozas en las que se apiña el grupo de los que entonces, como ahora, eran la población marginal.
LA VILLA

La casa señorial está orientada hacia el interior, carece de ventanas y vista exterior; es de una solo planta, y cada habitación tiene una función determinada. la casa se construye alrededor del atrium, espacio cuadrangular que tiene una abertura en el techo, impluvium, bajo el que se construye una especie de piscina, compluvium, destinada a recibir el agua de la lluvia. Al principio, el atrium era el centro de reunión de amos y criados.
El vestibulum, decorado con estatuas, era una especie de zaguán o sala de espera en la que se amontonaban los clientes para el ritual.
Tablinum, habitación ocupada, en un principio, por el paterfamilias; luego fue la sala de estar.
A ambos lados del atrio se extendían las alae, en las que estaban ubicados los que hoy llamamos dormitorios.
Destacan por su lujo el triclinium, el comedor de las casas actuales, en el que se celebraban banquetes y fiestas muy largas y el peristylum, especie de jardín rodeado de un pórtico sostenido por columnas.
Las casas más lujosas introdujeron dependencias especiales para baños, balnea, y cocinas, culina. Tener cocina era un lujo que no muchas personas se podían permitir.
Este tipo de casa señorial se edificaba sobre todo a las afueras de Roma, en emplazamientos especialmente atractivos por sus vistas panorámicas o la belleza natural del entorno. Eran las villae rusticae, que acompañaban la casa de lujosos y cuidados jardines.
LA INSULA

Encontrar casa en Roma era casi tan difícil como en la actualidad. Los ciudadanos más ricos levantaban grandes palacetes en el centro mismo de la ciudad. Aquellos menos pudientes se veían confinados  a vivir  en los llamados insulae.
Las insulae, bloques de pisos, por utilizar con la expresión actual, donde se apiñaban los romanos de las clases menos pudientes, eran casas, por lo general, de alquiler, orientadas al exterior, con ventanas muy pegadas unas a otras. Cada una de las escasas dependencias desempeñaba funciones variadas. Serían lo más parecido - salvando las distancias, como es natural- a nuestros apartamentos y estudios. La altura de los bloques raras veces superaba los cuatro pisos, pero ya era suficiente para proporcionar a la ciudad un aspecto muy distinto al de cualquier ciudad griega.
Las plantas inferiores de estos apartamentos estaban ocupadas por tiendas y el residente de un piso superior sabía que no podía  contar con la comodidad del agua corriente o de retretes.

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